CUESTIÓN DE ACTITUD.

Una alimentación sana comienza, evidentemente, por una adecuada selección de los productos que se van a consumir. Pero, además del qué, importa el cómo, es decir, la actitud que se adopta a la hora de abordar la ingesta propiamente dicha. 

Existen, de hecho, recomendaciones al respecto que indican la necesidad de realizar las comidas lejos de la televisión y de cualquier tipo de pantalla así como de elegir ambientes tranquilos que aporten serenidad. Ambas condiciones que pretenden ayudar a concentrarse en aquello que se está haciendo y a concederle el espacio y la atención que merecen.

Es importante, comer con placer, es decir, disfrutar de verdad y percibir conscientemente las sensaciones que van llegando con cada mordisco. Para ello hay quienes apuestan por utilizar palillos chinos que obligan todavía más  a ralentizar el proceso y a seleccionar porciones más pequeñas (a menos que se sea un experto en el tema). Con el mismo propósito, también se recomienda apoyar los cubiertos que se estén utilizando en la mesa entre bocado y bocado. Todo para desterrar totalmente cualquier apremio.

La práctica es fundamental pero no siempre es posible dedicar tiempo y empeño en la tarea. Por este motivo, un comienzo puede ser el intentarlo al menos una vez a la semana para ir adaptándose a este nuevo hábito de alimentación. Eso sí, en cualquier caso será necesaria una buena dosis de paciencia y tolerancia porque, como en la mayoría de áreas de la vida, se requiere tiempo de aprendizaje.

Adoptar una actitud de sorpresa, como si fuera la primera vez que se prueba un alimento, también es de gran ayuda. Contemplar su forma, color, olor, tacto y sabor con la curiosidad que experimenta cualquier principiante. Escuchar el ruido que provoca al masticarlo y las diferentes sensaciones que pueden ir emergiendo.

En Casa Urrutia recomendamos empezar con algo tan sencillo y nutritivo como el pan, pero hablamos del pan casero, del artesanal, del de toda la vida como el que elaboramos en nuestros hornos. Y es que nada como una buena hogaza todavía caliente  para tomar conciencia de todos los estímulos sensoriales que genera…Su aroma, tacto templado, rugoso y esponjoso a la vez, su sabor tierno y marcado en boca…



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