MÁS ANTIOXIDANTES.

Echar un trago a un buen vino es un placer, si eres amante de los productos vinícolas. Además, según indican los estudios, puede ser hasta saludable siempre que sea consumido con moderación. Pero si de salud se trata, lo ideal es que el vino sea ecológico. ¿La razón? Menos sulfitos, más antioxidantes.

De hecho, este tipo de viñedos llevan a cabo sus cultivos de una forma tradicional y respetuosa con el medioambiente pero, además, tienen prohibidos los herbicidas y tratamientos químicos. Realizan la extracción mediante métodos mecánicos de prensado, que no desgarran las partes sólidas del racimo y brindan, como resultado, vinos con personalidad propia. Y ese particular carácter viene marcado por el terruño, la variedad, el clima, las técnicas de cultivo y elaboración y la fermentación alcohólica de la uva fresca o del  mosto.

Pero además del sabor, ofrecen también propiedades nutritivas únicas que no pueden encontrarse en otros vinos. Su concentración de taninos es casi un 26% superior a la de bodegas no ecológicas y el nivel de anhídrido sulfuroso es muchísimo menor en comparación. A ello se suma que realizan todo tipo de correcciones o añadidos, como ocurre en la creación de vinos espumosos, con elementos de origen ecológico por lo que su naturaleza eco permanece intacta.

Todo ello demuestra que, mediante el arte vinícola se pueden retomar aquellos caminos del pasado que conducen a hacia un futuro mucho más sano y respetuoso con el medioambiente. Así, en la Agrotienda de Casa Urrutia, puedes encontrar, entre otros, vinos de producción local como Bodegas Ochoa que apuestan por el cambio de sus viñedos hacia un formato ecológico con la firme convicción de que la mejor manera es «mimar la viña para que ella responda una uva de máxima calidad».

Una genuina entrega para acoger lo mejor de la naturaleza. 

Fuente: Veritas

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