VA DE TEXTURAS.

El deleite de cualquier plato implica una estimulación placentera del gusto en el que el sabor tiene un papel protagonista. Sin embargo, la textura es otro de los elementos claves para poder disfrutar de cada bocado. Un apartado en el que intervienen tanto las habilidades gastronómicas del chef, el tipo de ingredientes y las preferencias personales de cada uno.

Es evidente que, en la actualidad, las técnicas y avances tecnológicos permiten creaciones ilimitadas. Desde los aparatos como el sifón a las técnicas de la cocina al vacío o los elementos químicos de la cocina molecular, se puede decir que cualquier cosa es posible. Texturas hasta ahora desconocidas, combinadas con otras de más solera o completamente reinventadas, que abren un amplísimo abanico de nuevas oportunidades para el paladar.

Ocasiones en las que todo un despliegue de receptores físicos se ponen en marcha y logran producir sensaciones diversas que van más allá de la vista o el olfato. Duro, blando, elástico, crujiente, untuoso, pegajoso, crocante, quebradizo…son algunas de las impresiones sensoriales que los alimentos pueden producir en la boca. A estas se añade la influencia de elementos externos como la música, luz o temperatura que ayudan a crear un instante culinario pleno.

Como resultado, saborear un plato deja de ser un proceso puramente fisiológico para convertirse en algo mental que va más allá del mero acto de comer, algo que tenemos muy en cuenta en Casa Urrutia donde procuramos revivir los sabores más castizos de la forma más natural. Y, con todo el sabor de antes. Por eso utilizamos ingredientes de la tierra en nuestras recetas tradicionales y recuperamos ese sentir gastronómico completo. Para seguir disfrutando de toda la fuerza sensorial de los aromas y texturas de la buena comida en un ambiente acogedor y cercano.

Como en casa.

 

Fuentes: creativesignatures/elcomidista
Imagen: Casa Urrutia.
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