SANA HARINA.

Uno de los elementos clave a la hora de transmitir recetas de generación en generación y que se mantengan intactas a lo largo del tiempo es que todos  los ingredientes sean iguales (por ejemplo que los huevos sean de la misma procedencia, del mismo peso…etc). Y lo mismo ocurre con la harina, componente controvertido donde los haya, especialmente en el caso de la harina de trigo, rechazada por quienes la consideran un enemigo para la salud y apreciada  por quienes reconocen todos sus beneficios y propiedades.

En Urrutia valoramos sus virtudes porque las tiene. Es rica en carbohidratos que, junto a la vitamina B, resultan esenciales para que el cuerpo y el cerebro obtengan la energía necesaria para su correcto funcionamiento. No contiene colesterol ni purinas siendo de gran provecho para el sistema circulatorio y el corazón.  Y, aunque se le ha asociado al aumento de peso dicho incremento procede más que de la harina en sí misma de los alimentos que se elaboran con ella, a menudo ricos en azúcar y grasas saturadas.

Quizá lo  más apreciable de esta harina es su tacto suave, color blanco natural, composición de glúcidos, prótidos, lípidos, agua y minerales, y, sobre todo, de almidón, que es una sustancia insoluble en agua pero que con una ligera temperatura experimenta un hinchado del grano que favorece la producción del pan. Todo un conjunto de propiedades para cuidar nuestra salud de una forma sencilla y natural.

Nosotros, además,  elegimos la de producción ecológica ya que, no solo respeta el medio ambiente, sino que  brinda un aroma y textura inigualables. Proviene del cereal plantado y cuidado bajo una serie de normas aplicadas a este tipo de agricultura. Pautas de actuación que garantizan la ausencia de químicos o similares que vician el producto. Una vez recolectado, se muele en zonas especiales para evitar el contacto con otro tipo de harinas no ecológicas. Es decir, que está compuesta por cereal puro y cuya certificación viene otorgada por agentes externos e independientes. Toda una garantía de calidad y pureza.

Pero que sea tan sana tiene sus costes. Suele ser de difícil conservación y complicado control ya que no se puede añadir nada para modificarla, aumentar su caducidad, estabilidad o características, como el grado de fuerza que contiene. Viene como viene y no es posible intervenir sobre ella para operar ningún tipo de cambio. De ahí que sea tan única y diferente y que brinde un sabor tan característico.

No queda duda de que optar por lo mejor implica una serie de esfuerzos y de sacrificios como una producción más meticulosa, un mayor precio o la imposibilidad de manipularla a nuestro antojo. Pero merece la pena, no solo por respetar el planeta que hemos heredado (o mejor, tomado prestado de nuestros hijos), sino por crear manjares que nos cuiden día a día.

Tal y como hemos comentado al inicio del artículo, es crucial prestar atención al tipo de ingredientes que se utilizan en la cocina y lo es, con más razón todavía, cuando  se pretende que no se pierda el original sabor de antaño. Y es que nos afanamos en cada amanecer porque nuestros productos artesanales y panes de ayer continúen siendo los de hoy.

 

Fuentes: webosfritos/herbaliuis/comohacerpara/harinalia
Imagen: Pixabay

 

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