PAN DE VERDAD.

Es fácil dejarse llevar por el aspecto perfecto de un pan recién horneado pero no significa que esté bueno ni mucho menos que sea bueno. Desafortunadamente la panadería industrial ha colmado el mercado de alternativas sugerentes que se alejan mucho de las recetas saludables, artesanales y de fermentación verdaderamente lenta.

A ello se añade el fuerte descenso en el consumo de pan propiciado por mitos y falsedades relacionados con su negativa influencia en el peso, cosa que carece de fundamento real. Y es que este manjar milenario pertenece al grupo de los cereales, que son el tipo de alimento nutricionalmente más completo. De esto ya sabían mucho en la Antigüedad…

Pero actualmente se come poco y de mala calidad, sin fibra, cargado de grasas, azúcar, sal, aditivos y levaduras industriales que no puede sino perjudicar la salud de quien lo consume. El verdadero pan, sin embargo, está elaborado artesanalmente con harina  sin refinar, levadura madre de fermentación larga y aceite de oliva virgen extra.

Su forma es siempre irregular y la miga nunca es muy blanca, característica propia de las harinas refinadas. Pesa más de lo habitual y su corteza, de color pardo, es especialmente crujiente. Su base no posee la clásica forma de rejilla, habitual en cocción en horno con ventilador industrial y sabe a campo, a semillas…

Por eso, si pasas por el Obrador de Casa Urrutia, podrás distinguir ese aroma peculiar del pan artesanal. Cada hogaza representa la elaboración tradicional del pan a base de ingredientes naturales, y recupera la receta auténtica de este sabroso y nutritivo alimento. Para que disfrutes en la mesa de un momento genuino con pan de verdad.

 

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