OBRADOR CON TRADICIÓN.

Aparentar ser un obrador de panadería  puede ser fácil. Serlo de verdad es ya otra cosa. Para empezar, más allá  de las exigencias de cualquier otra industria que requiere de útiles, herramientas, equipos y maquinaria, hay que saber elegir los ingredientes con cautela y elaborar las recetas con mucha, mucha paciencia. Solo así se puede garantizar un pan más fácil de digerir, que se mantenga fresco por más tiempo y, sobre todo, que sea más rico.

Su aspecto no debe llevar a engaño. Es muy sencillo provocar falsas apariencias por lo que, además del toque clásico de harina espolvoreada sobre su superficie, el buen pan de obrador tiene que cumplir algunas condiciones. Debe pesar y mostrar una corteza, gruesa, de color pardo y crujiente. Debe ser diferente al resto ya que, en el mundo artesanal, no se hacen fotocopias. Y, por supuesto, debe desprender un inconfundible olor. Si no lo hace significa que no ha reposado lo suficiente. 

En nuestro caso, el Obrador de Casa Urrutia, nos sentimos privilegiados no solo porque contamos con un espacio de trabajo extraordinario en Ujué y con los mejores ingredientes de producción local…sino porque podemos apoyar todas nuestras creaciones en el saber de nuestros antepasados y en una larga experiencia amasando y horneando. Somos ya tres generaciones que seguimos con perseverancia y mucho cariño las recetas de antaño para descubrir, en todo su esplendor, la autenticidad de manjares tan humildes y sabrosos como el pan. Y tantos tantos dulces tradicionales.

Una historia, nuestra historia, que dió comienzo en medio de la guerra civil  y la división familiar fruto del conflicto bélico que asoló el país. Y es que entre balas cruzadas y  encarcelamientos, surgió un romance entre dos jóvenes que, además del profundo amor que se profesaban, estaban enamorados de este oficio artesanal antiguo e imperecedero. Desde entonces, la llama se ha mantenido entre generaciones hasta alcanzar el momento presente. Y así, en Casa Urrutia, José Manuel prosigue con la tradición gastronómica de su familia para seguir ofreciendo ese sabor, sencillo, auténtico y rico, del pan artesano. Y, en las sonrisas de las gentes, seguirá hallando su felicidad durante mucho, mucho, mucho tiempo.

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