GRASAS ¿BUENAS?

Es una palabra que provoca espanto y rechazo cuando, en realidad, resulta crucial para la salud. Las grasas, según de qué tipo sean, son beneficiosas y eliminarlas por completo de la dieta solo puede acarrear problemas.  Y es que no solo contribuyen a mantener la temperatura corporal sino que favorecen el adecuado funcionamiento de nuestro organismo.

Por tanto, la premisa de que cuanta menos grasa mejor, no es cierta ya que un déficit de la misma impediría la absorción de vitaminas tan importantes como la A, D, E y K. Tampoco es cierto que los alimentos sin grasa no engordan ya que, con frecuencia, su supuesta ligereza se logra a base de aditivos especialmente calóricos. Es decir, sin grasa no equivale a sin calorías.

En cuanto a los fritos, existe la creencia de que son especialmente potentes e incluso nocivos pero todo dependerá de cómo se realice la fritura. Si está bien hecha como en Casa Urrutia, con aceite de oliva, sin dejar que se queme y sin mezclar con otros productos, sí pueden formar parte de cualquier dieta saludable. Además de ser más sabrosos,  conservan más las vitaminas que el formato hervido.

Tampoco hay que ingerir todas las grasas poliinsaturadas que se pueda ya que, aquí también, el exceso puede tener consecuencias negativas. De la misma forma,, la grasa vegetal, que a much@s parece inofensiva, no lo es tanto puesto que algunas tipologías pueden aumentar Ni siquiera todas las margarinas son saludables. Cuando se someten al proceso de hidrogenación, que les aporta solidez, se pueden generar ácidos grasos trans que las convierten en productos nocivos y peligrosos.

Y aunque la cantidad de grasa del cuerpo depende de múltiples factores, no solo de la dieta, lo que sí es cierto es que la alimentación puede contribuir a ese cúmulo tan necesario. Eso sí, se trata de elegir con sabiduría el tipo específico que se consume. Y es que no es tan mala como la pintan…

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